Gerardo Iglesias, en silla de ruedas y con un dolor “insoportable”, por la “desatención” en la sanidad pública | Nortes | Centradas en la periferia

2022-10-15 05:00:01 By : Mr. Jammie Zhao

El histórico dirigente comunista denuncia su odisea médica desde hace más de 30 años

En una silla de ruedas, delante de la puerta de las consultas externas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), el fundador de IU, histórico del PCE y ex minero, Gerardo Iglesias, comparece ante los medios. Su historia tiene que ver con la decadencia de la sanidad pública, a la que acusa de “una desatención inaceptable” tras el accidente que sufrió en su trabajo en el año 1990. Su lesión en la espalda se fue complicando operación tras operación y, asegura, haberse visto olvidado durante décadas por los médicos. El resultado “un dolor que me quema, bajándome por la pierna y que hace que no pueda caminar”. Lo cuenta Iglesias sin un atisbo de resignación y con la clara voluntad de pelear, no solo por su caso, “sino por el de otros muchos que están en mi situación”.

La odisea del otrora minero y aún histórico político de la izquierda comienza cuando, en 1990, tras un accidente laboral, empieza a sufrir una dolencia lumbar. “Entre 1991 y 2003 me sometieron a cinco intervenciones quirúrgicas”, rememora.

Ninguna fue satisfactoria, especialmente la última. Tras esta llegó el dolor que acabaría por dejarle prácticamente sin caminar: “Resultó durísima, como el resto, pero tras ella se me cronificó una infección en uno de los tornillos que me genera una quemazón que me baja por las piernas”, detalla.

Tuvo que tomar “muchas dosis de antibiótico”, lo que no evitó que se apoderara de el “un dolor neuropático” que aún persiste.

Los siguientes once años irritaron aún más al histórico dirigente. Cuenta que entre 2003 y 2014 estuvo a seguimiento en el Hospital de Cabueñes (Gijón) “cada tres meses”. “Como veían que no mejoraba me mandaron a la Unidad del Dolor y cada cierto tiempo me metían al quirófano y me inyectaban”, recuerda Iglesias.

A la tercera vez que se repitió el proceso acabó por verse al borde de la muerte. “Tuvieron que ingresarme en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), con respiración artificial y sondado”. Así permaneció 24 horas, hasta que consiguió salir adelante.

Su situación, lejos de mejorar o, al menos, suscitar mayor atención por parte de los facultativos, continuó empeorando. “Como vieron que no resultaba me empezaron a dar citas una vez al año. Como es posible que a una persona con un dolor insoportable y ya en una situación lamentable se le vea solo una vez al año”, espeta. Su enfado se incrementó cuando le sugirieron que, “si tan mal estaba, fuera a urgencias”, agrega.

Ante ese panorama decidió mover su caso al HUCA. Allí, en 2014, “tras unas cuantas gestiones” fue recibido por el “jefe de Neuropatía”. Le sugirieron la opción de emplear un “neuroestimulador medular”. Algo que no convencía a Iglesias, pues en una visita a la madrileña Clínica Ruber le habían desaconsejado este remedio. “Me comentaron que se lo estaban quitando a sus pacientes porque no funcionaba bien, daba problemas”, rememora. Dicho y hecho, esta terapia tampoco resultó adecuada para Iglesias que acabó por dejarlo.

No fue hasta ocho años después de su llegada al HUCA y con una visita al Centro Médico mediante, cuando las buenas perspectivas se empezaron a vislumbrar. Previamente surgieron nuevos encontronazos con doctores que incluso le proponían volver a las infiltraciones que le llevaron a la UCI: “Tardaron meses en leer el historial médico y desaconsejarlo y solo fue porque me puse pesado”.

El pasado mes de enero y después de que el doctor de la clínica privada, José Paz, entendiera que el problema venía del tornillo infectado, Iglesias firmó el permiso para una intervención en el HUCA. Sin embargo, pasados nueve meses “y tras prometerme que se haría en julio”, sigue sin noticias y cada vez en un estado “peor”.

“Lo último que le dijeron a un amigo mío es que tenía mucha gente delante y hasta 2023 nada”, lamenta. En el último año y medio su condición se ha agravado, pasando de poder “pasear por el Parque de Invierno a apenas poder hacerlo un poco por casa”.

El ex minero ve una mano negra detrás de todas las complicaciones a su proceso, así como la intención de las administraciones de “acabar privatizando la sanidad, sin cubrir las jubilaciones”.

No encontró tampoco respuesta alguna Iglesias en Adrián Barbón, presidente del Principado, con el que se reunió: “Pedí el encuentro por escrito y en tres meses no contestó. Después con otras mediaciones acabamos por reunirnos pero no me dio ninguna solución”, afea Iglesias.

A sus 72 años la pelea es lo que le queda. No solo por él, “sino por las muchas personas que sufren situaciones similares, con las que me solidarizo”.

Asociación Cultural Nortes de Asturias. 2021.